HabÃa una vez tres hijos de un rey donde los dos mayores se fueron a recorrer el mundo pero cometieron tantas tonterÃas que no se atrevieron a regresar a casa, asà que en su búsqueda fue su hermano menor Simplicio.
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Erase una vez, hace ya mucho tiempo, un niño y una niña de 8 años los dos que juntos consiguieron hacer un mundo nuevo, un mundo que solo ellos dos conocÃan. Todo esto con un poder que solo ellos consiguieron realizar, un poder que ningún adulto poseÃa: La imaginación.
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Es difÃcil imaginarse la Nada, ¿verdad?. Os diré cómo la imagino yo: como el cielo de una noche de invierno. Oscuro, vacÃo; todo lo más con un aire helador. Uys, no, que hemos dicho que no habÃa nada, ni viento.
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El lobo y los siete cabritos |
Erase una vez una señora cabra que tenÃa siete cabritos. Un dÃa mamá cabra tuvo que salir y dijo a sus hijos: "Tengo que salir pero no tardaré mucho. Pórtense bien y sobre todo no le abran la puerta a nadie". Los cabritos prometieron hacerle caso y la mamá cabra partió confiada.
Sin embargo, a lo lejos, dos orejas punteagudas habÃan escuchado todo. No era sino el lobo feroz que hacÃa tiempo esperaba una buena oportunidad para comerse a los cabritos. Entonces, viendo que quedaban solos urdió un malvado plan.
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HabÃa una vez una niña muy bonita. Su madre le habÃa hecho una capa roja y la muchachita la llevaba tan a menudo que todo el mundo la llamaba Caperucita Roja. Un dÃa, su madre le pidió que llevase unos pasteles a su abuela que vivÃa al otro lado del bosque, recomendándole que no se entretuviese por el camino, pues cruzar el bosque era muy peligroso, ya que siempre andaba acechando por allà el lobo. |
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Aladino y la lámpara maravillosa |
Erase una vez una viuda que vivÃa con su hijo, Aladino. Un dÃa, un misterioso extranjero ofreció al muchacho una moneda de plata a cambio de un pequeño favor y como eran muy pobres aceptó. -¿Qué tengo que hacer? -preguntó. -SÃgueme - respondió el misterioso extranjero. |
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HabÃa una vez un burro que trabajaba en una granja. Cuando el burro se hizo viejo, su amo decidió llevarlo al matadero. Pero el burro descubrió sus planes y escapó de la granja. "¡Qué injusticia! He gastado toda mi vida y mis fuerzas al servicio del amo... ¡y mira cómo me lo agradece!", murmuraba el burro. Entonces, pensó ir a la ciudad de Bremen para hacerse músico de la banda municipal.
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